Es verdad comúnmente aceptada que aprendemos de cero a toda la vida. Siempre estamos aprendiendo. El aprendizaje se da muchas veces sin que seamos plenamente conscientes de que estamos aprendiendo. Se aprende con el uso, con la experiencia del día a día. El aprendizaje consciente, el que se busca, sea porque nace de nuestra curiosidad por saber, por conocer o por necesidad, ese aprendizaje debe partir para quien lo busca de un genuino interés en el asunto que le preocupa. Luego, claro está, a esa motivación inicial hay que aplicarle ganas y también constancia.
Me intereso desde hace mucho por la comunicación humana, por el qué decimos y por el cómo lo decimos. Soy un convencido de que mejorando nuestra comunicación con nosotros y con los demás, estamos construyendo un mejor lugar para vivir. Me gusta recordar que estamos en este mundo para ser mejores. Debemos trabajar por mejorar nuestra comunicación procurando que sea cada vez más clara, más abierta, más segura, más honesta. Que se nos perciba firmes, convencidos de lo que estamos comunicando. Debiéramos hacer una maestría en comunicación, entendiendo esta acción como el hacer los que hacemos mejor y mejor cada día de toda la vida.
Cualquier momento es oportuno para trabajar nuestra comunicación. Desde salir de casa y saludar a los vecinos, mirarse, reconocerse, basta un gesto, una leve sonrisa. Si usted que me lee no tiene esta costumbre, pruebe de practicarla. Pequeños cambios en nuestra relación con los demás nos devolverán grandes beneficios. Saludarnos por ejemplo, saludarnos de verdad, reconociéndonos, mirándonos, hablándonos, interesándonos en el otro, en los otros. Soy un convencido de que mirarnos antes de hablarnos construye una relación de respeto, de genuino interés por el otro. Los espacios cerrados son una buena ocasión para practicar el saludo: el transporte público, la recepción de una oficina, el ascensor.
Este último por lo cerrado y por lo breve del encuentro, nos regala una gran oportunidad para observar y mejorar. La próxima vez que entre en uno, salude, pero hágalo de verdad, que se le sienta amable, cercano. Si no tiene respuesta o esta es tibia y poco ganosa. Insista, recuerde que usted busca ser mejor y mejor cada día.