Si tuviera que elegir una acción para motivar a las personas a la mejora continua y al desarrollo personal, esa sería: darse cuenta. Quiero referirme a las oportunidades perdidas por estudiantes, ejecutivos y cualquier otra persona que tenga que expresarse ante un auditorio para conseguir que su mensaje impacte. Es fácil comprobar como la mayoría de estas personas no se da cuenta de la necesidad de prepararse y tampoco de evaluar su presentación para saber que hicieron bien y que pueden mejorar. Como resultado previsible de esta no preparación no conectan ni tampoco consiguen la atención de sus auditorios.
No podemos mejorar si hacemos las cosas de la misma manera, es decir sin darnos cuenta de por qué hacemos lo que hacemos, para qué lo hacemos, cómo lo hacemos. Nuestra obligación es hacer que nuestra comunicación sea cada día más clara, más abierta, más franca, que se nos vea y sienta convencidos de lo que decimos, que nos permita creer a cada uno en lo que hacemos, por qué y para qué lo hacemos. Prepararse cada vez como si fuese la primera hará que nuestra intervención sea mejor recibida por quienes nos escuchan ya que ellos sí se darán cuenta, y rápidamente, de que nuestra entrega es producto de una preparación y que no se trata de una repetición memorizada como si estuviéramos hablando en automático.
Comparto con ustedes esta declaración: «Nunca puedes reaccionar de la misma forma, porque va en ello tu vida. Cada vez que haces algo, aunque parezca lo mismo, tienes que hacerlo de manera diferente. Y vaya donde vaya, aunque vaya todos los días, tengo que imaginarme que no he ido nunca. Eso lo aplico al deporte. Jugar al golf como si nunca hubiera jugado» (Joseba del Carmen, Desactivador de bombas y coach del mejor golfista del mundo: Jon Rahm, publicado en el diario El País el 12 .04.18).
Preparación antes y evaluación después, dos momentos que debemos incorporar en nuestro comportamiento como comunicadores que tenemos el firme propósito de hacer nuestro trabajo con maestría, es decir, cada día mejor y mejor.