Cada día mejor

Se aprende de cero a toda la vida, como afirman muchos estudiosos de la educación. Las diferencias de opinión están en el cómo, en el qué y en el cuánto aprender. Coincido con aquellos que aseguran que lo verdaderamente importante es el enseñar a aprender. Despertar la curiosidad en el que ignora para que, impulsado por el deseo de saber, busque, encuentre, discierna y se apropie de nuevo conocimiento, el mismo que podrá ir modificando de acuerdo a la experiencia. Creo firmemente en que cualquier persona ante la oferta de conocer algo más sobre cualquier tema, de saber más, acepta el reto. Todos queremos ser mejores cada día.

 

“El otro posee un secreto: el secreto de lo que soy” (J:P: Sartre, filósofo francés). Saber lo que soy, quién soy y cómo es que soy, no depende solo de mí sino además de la mirada de aquellos con los que interactúo día a día. Lo que soy, mi estructura genética, me viene de fábrica y la determina mi ADN. En cambió el quién  soy estará definido por lo que los demás reconocen en mí y por la resultante de las interacciones que con el paso del tiempo vaya teniendo con mi entorno. Para los psicólogos es claro que tenemos al menos dos áreas de nuestra personalidad fáciles de percibir y que nos debiéramos de preocupar por atender. Una es el auto-concepto, el cómo creemos nosotros que somos, que así es como nos vemos o que así nos debieran ver y reconocer los demás. Otra área igual de importante, es la mirada de los otros: lo que ellos ven en nosotros, el cómo nos definen, el cómo nos perciben. Esta mirada de los otros la más de las veces no coincide con la opinión que tenemos de nosotros mismos y por ello es que nos cuesta tanto aceptarla.  Sin embargo la opinión de los otros es algo que no solo haríamos bien en escuchar, sino también buscarla y considerar que, sobre todo cuando viene de quienes sabemos que nos quieren,  nos los dicen porque desean lo mejor para nosotros. Esto último se conoce como feedback, la oportunidad de ser reconocido, apreciado, de saber que existo para los demás y además saber cuán importante soy para ellos. Recibir lo que se nos dice, valorarlo y trabajar por modificarnos es aprendizaje. Ser mejor cada día no solo porque nos lo proponemos y porque los demás nos ayudan con su mirada, constituye no solo una obligación sino también una hermosa comprobación de generosidad, de dar y recibir, de humanidad.

 

Nuestra comunicación es lo más visible para los otros y por tanto es por lo que más nos debemos de preocupar en mejorar. Aprender a comunicar efectivamente, de manera clara, abierta, franca y además amable, cercana, cuidadosa y respetuosa de los demás, de sus intereses, de sus deseos, de sus costumbres. Aprender a ser mejores personas reconociendo a los otros y reconociendo que somos perfectibles y que siendo mejores hacemos mejores a los demás.

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