Aula agradable

Los estudiantes pasan la mayor parte del día en la escuela ¿Pero cómo saber si la pasan bien? Más allá de recibir las enseñanzas de parte de sus maestros, los mismos que deben de cumplir con desarrollar clase a clase un programa de estudios diseñado para cada grado o año escolar, los estudiantes comparten un ambiente físico y también uno social. Es clara la relación directa entre el entorno y el bienestar. Una escuela segura, cuidada, amplia, limpia, dotada de facilidades para la enseñanza-aprendizaje y, especialmente, con profesores preocupados, con alto nivel de empatía, creativos e innovadores, animados y motivados, una escuela que reúna estas características, será casi con certeza, un lugar al que los estudiantes asistan ganosos y dispuestos al encuentro con el maestro, a escucharlo con atención y a preguntar y preguntar cuántas veces lo requieran.

 

El ambiente condiciona y facilita la participación, la colaboración, la curiosidad, la reflexión, el pensamiento, la innovación, ya que todo eso y más es la educación. El Director  es el responsable de la escuela en general y cada profesor es el responsable del aula a su cargo ¿Entonces cómo saber si los alumnos la pasan bien en la escuela? Pues asegurándoles un buen ambiente. Para ello será necesario medir o evaluar, si todos, directivos y maestros, están haciendo su trabajo bien hecho. Se mide o evalúa para conocer en qué nivel con relación a uno definido como el ideal, se encuentra el sujeto cuyo trabajo se observa y para que, con el resultado de esta observación, éste conozca las áreas en las que tiene que concentrarse y ocuparse por mejorar. Se trata al fin y al cabo de propiciar una escuela agradable. Una escuela a la que los alumnos lleguen motivados y en la que los esperen profesores motivados.

 

Los especialistas sabrán diseñar el proceso de observación que conduzca a una mejora sustantiva de la enseñanza. Directores y maestros deberán recibir con humildad las recomendaciones en las que se les señala las oportunidades de mejora. Algunas de ellas les demandarán un gran esfuerzo, otras en cambio requerirán de ellos solo simples ajustes a su relación con el ambiente físico y con los alumnos. Son éstos finalmente la preocupación del llamado proceso educativo.

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